miércoles, 3 de agosto de 2016

17 Visita al infierno



-Elie-

La puerta se cierra tras nosotros, la primera en entrar fue Dorothy, luego James, yo y por último Jack, la habitación es  bastante simple, solo hay tres puertas una es de rejas negras en la que solo se puede ver una profunda oscuridad, la segunda puerta es color negro, es de madera y tiene un picaporte color oro, la tercera puerta es del tamaño de una niña de 5 años, y también es gris como la puerta por donde entramos.

—No se acerquen a la puerta negra.
—¿Por qué?—dice James con un tono de reto.
—Porque esa pertenece al rey del infierno y a menos que quieras conocer al mismísimo Lucifer, te recomiendo que sigas mis órdenes—James se gira tratando de ignorar a Dorothy pero agranda los ojos mientras mira sobre mis hombros, siento el sudor correr por mi frente y no estoy segura de sí es por el calor o por el miedo a ver lo que se encuentra detrás de mí, con mucho trabajo y lentitud giro hasta quedar totalmente de espaldas a James, mis ojos también se abren ante la sorpresa, el disfraz de Jack era bastante realista pero ahora lo es mucho más, Jack tiene unas gigantescas alas negras tras su espalda, realmente parece un demonio.


—Eso no estaba ahí antes, ¿también forma parte del disfraz?— James se acerca a Jack y toca sus alas—parecen bastante reales.
—Mi magia es increíblemente asombrosa ¿no?—Dorothy sonríe.
—Es asombroso—afirmó yo.
—Dejemos los halagos para después, entremos, alguien necesita ser rescatado— todos nos encaminamos hasta la puerta de las rejas negras, que se abre por sí sola, caminamos por una gran oscuridad lo que parece ser una hora pero en realidad solo son unos minutos al final de la obscuridad parpadea una luz naranja, nos adentramos en ella, todo se vuelve naranja y rojo, por todo el lugar se escuchan gritos desgarradores de miles de personas al mismo tiempo, como si las estuvieran torturando, tapo mis oídos, un sentimiento de miedo empieza a apoderarse de mí, caigo de rodillas al piso, puedo sentir por todo mi cuerpo el dolor que sienten esas personas, es insoportable, quiero salir, Dorothy se acerca a mí y pone sus mano sobre mis sienes sin tocarlas, de pronto ya no escucho un solo grito y logró recuperar la calma, Jack y James me miran con preocupación.


—¿Que le sucedió?— pregunta James, al parecer soy a la única que escucho esos horribles gritos.
—Ella es capaz de entender los sentimientos de otras personas, es sensible al dolor y al sufrimiento, lo que pasa aquí ella puede sentirlo, lo lamento Elie, no lo sabia, te sacaré de aquí, el encantamiento que te puse solo durará una hora— Dorothy toma mi brazo y todos me ayudan a ponerme de pie.
—No, quiero seguir, Evan está en problemas.
—Es demasiado peligroso, si algo nos encuentra querrán llevarte.
—No me importa, estoy dispuesta a seguir, demos prisa, solo tenemos una hora.
—Yo la cuidare—Jack pone su mano sobre mi hombro.
—Bien.


Caminamos entre un montón de monstruos y seres que jamás se me ocurrio que podian existir, este lugar parece un mercado, el cielo no tiene sol, ni es azul, se mantiene con un color como el de las puestas de sol, caminamos lentamente con la cabeza en alto evitando levantar sospechas, todo marcha perfecto, al parecer solo tenemos que terminar el mercado, pasar la sala de sentencia y habremos llegado, no es un camino muy largo según Dorothy, pero es peligroso porque en los mercados siempre hay muchos demonios y tenemos alta probabilidad de ser descubiertos, creo que el encantamiento de Dorothy tiene doble efecto, todo esto me lo transmitió cuando caí de rodillas.


—¡Vaya!, pero sí es mi amiga Dori— un demonio asqueroso se acerca a nosotros, tiene tres cabezas, una de de borrego, una de lo que parece ser un ogro y otra de un toro, su torso y brazos son humanos, sus patas son como las de un pollo y es notoriamente más alto que todos nosotros.
—¿Qué buscas Asmodeo?
—Nada, solo paseaba, mejor dime ¿Qué es lo que traes hoy?— se acerca a nosotros y comienza a examinarnos de pies a cabeza, su mirada es penetrante y aterradora, nos mira como como si fuéramos la piedra en su zapato, o la mierda que pisó después de un horrible dia, lo mas extraño es que su expresión se mantiene con una sonrisa y un semblante divertido. Hipócrita. Es la única palabra que encuentro para describirlo o por lo menos hasta que detiene su mirada en mí,  me examina como si encontrara oro en medio de un asqueroso pantano, puedo sentir su mirada llena de deseo y lujuria.
—Son sus juguetes nuevos.
—Sin grilletes, como siempre, se perderán si los dejas sin supervisión— extiende su mano con la intención de tocarme pero Dorothy lo detiene tomando su muñeca.
—Nadie se atreve a escapar ni desafiarme, ni siquiera tu Asmodeo, así que no te atrevas a ponerles un dedo encima.
—No me subestimes Kat, sabes mejor que nadie que cuando le echó el ojo a alguien no hay nada que me detenga— su mirada recorre el cuerpo de Dorothy con la misma intensidad de lujuria con la que recorrió el mío.
—No me tientes, yo tampoco puedo detenerme una vez que empiezo. No pienso repetirlo de nuevo así que pon mucha atención y escucha con tus endemoniados oídos, NO-LOS-TOQUES—Dorothy remarca cada sílaba de su última frase con un tono lo suficientemente amenazante como para que un escalofrío me recorra el cuerpo y sepa  que no está bromeando, el tipo aparta su muñeca bruscamente y solo entonces me doy cuenta de las marcas moradas que dejaron los dedos de mi protectora sobre su blanca piel, ¿que tanta fuerza tiene ella como para dejarle tales marcas?, ¿que clase de monstruo es Dorothy?, una simple bruja no es capaz de intimidar un demonio de esa manera. Ella no es una bruja y de eso estoy segura.
—He visto mejores juguetes—el demonio se aleja lentamente y desaparece entre la multitud, su rostro parecía molesto pero no creo que se atreva a regresar.
—¿A qué se refería con Kat?—miro a mi guia pero ella no responde, solo avanza y la seguimos, ha esquivado mi pregunta.

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